¿Habrá un mañana?

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En “Los Tiempos Hipermodernos” Gilles Lipovetsky realiza un análisis y una comparación exhaustiva entre la modernidad y la aparición de, lo que podría llamarse un nuevo período o fenómeno, la hipermodernidad. Una excelente descripción de la sociedad en la que vivimos, con sus bondades y sus problemas. La ampliación del consumismo, la velocidad del tiempo, la importancia extrema del presente, el cuidado del cuerpo. Todos símbolos de una sociedad que cambia.


Lipovetsky dice: “…tras la absolutización del devenir histórico han llegado la inquietud, el apagón de las representaciones del futuro, el eclipse de la idea de progreso…”. Éste para mi fue uno de los puntos que me resultaron más significativos para analizar y traerlo al aquí y ahora. Así llegué a la conclusión que nuestra sociedad está viendo y viviendo esa abundancia de los hiper, tanto en su escasez como en su exceso. Uno de los ejemplos más claros se observa con la noticia que recibieron los argentinos la semana pasada sobre la muerte de la actriz, Romina Yan. Con esto se pudieron rescatar varios ejemplos referidos a este tiempo hipermoderno. Principalmente, hubo una inmediatez sorprendente en la expansión de la noticia. Las redes sociales como Facebook o Twitter se vieron plagadas de mensajes. Pero lo más llamativo fueron las diversas reacciones sentimentales que tuvieron las personas afirmando la idea de Lipovetsky cuando decía: “…la aceleración de las velocidades no ha abolido ni la sensibilidad ante el otro, ni las pasiones cualitativas, ni la aspiración a una vida “equilibrada” y sentimental...” Aunque esa sensibilidad esconda detrás un total egoísmo por pensar “también me puede pasar”.


Tal como lo anunciaba el sociólogo empezó a generarse un crecimiento de la incertidumbre y, sobre todo en los jóvenes, quienes alzaron sus banderas de Carpe Diem para mostrarles a todos que “hay que vivir el hoy”. Con respecto a este tema, me detengo para expresar que me encuentro en contra del texto donde se dice que hay un retroceso de ésta filosofía de vida, por el contrario, yo creo que está más presente que nunca, sobre todo en determinado grupo etario. Fueron muchos los que tras la muerte pensaron que “nunca sabés lo que te puede pasar mañana, por eso no hay que perder tiempo en la vida”.


Lipovetsky observa éste mismo sentimiento extendido en toda la hipermodernidad. Él dice que la gente intenta cumplir sus deseos y saciar sus necesidades en el presente porque no se sabe qué es lo que va a traer el futuro. Vemos con el ejemplo anterior que los jóvenes ya no piensan como antes que a ellos no les va a pasar nada (frase por la cual se cuestionaba el pensamiento de los jóvenes). Ahora sufren el miedo a la muerte y esto provoca distintos síntomas psicosomáticos y de trastornos compulsivos, depresiones, ansiedades.


Teniendo en cuenta, y trayendo éste análisis a la Argentina, podemos ver que la incertidumbre y la inestabilidad son mucho mayores. Hoy tenés trabajo, mañana, no. Hoy tenés a toda tu familia comiendo alrededor de la mesa, mañana los matan por cien pesos. Hoy trabajás por tu jubilación, mañana el dinero no está más. Y hay tantos hoy que quizá no lleguen a mañana que el miedo es generalizado y está en constante crecimiento.




Por: Julieta Cadavid

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