Autismo Tecnológico

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Disculpe, ¿va a bajar?... y como en la tele se escucha el cri cri. Nadie contesta. ¿Qué le está pasando a la gente?



El otro día estaba sentada en un colectivo de frente a todas las personas que realizaban el viaje, igual que yo. Como me sentía aburrida empecé a observar detenidamente qué hacía cada uno. Todos estaban en la suya. Nadie prestaba atención a nada que no fuera propio. Por un lado, una morocha hablaba por teléfono. Ella olvidó que a su alrededor había más gente y hablaba tan fuerte que todos se enteraron qué le pasaba. En otro asiento, un chico, movía su cabeza a la manera del exorcista pero yo no entendía por qué. En ese momento vi un cable saliendo de sus orejas, por lo que deduje que tendría algún aparato musical escondido, tal vez en su mochila o en su bolsillo.



Estas imágenes me hicieron reflexionar sobre nuestra sociedad. Estos aparatos tecnológicos ¿no se usarán realmente para evadir la realidad? Yo diría que sí. En vez de enfrentarnos con el “otro” que está cerca nuestro nos refugiamos en nosotros mismos. Así evitamos sufrir el miedo y la desconfianza que nos provoca, en este momento, aquel que es distinto o desconocido.
Estuve buscando una definición sobre autismo, porque a mi parecer, la actitud del niño autista y de la persona que se encierra en sí mismo mediante su mp3 o su teléfono era similar. Y encontré lo siguiente: El autismo es un desorden del desarrollo del cerebro que deteriora la comunicación e interacción social causando un comportamiento restringido y repetitivo. A pesar de la gran diferencia que hay entre esta enfermedad y nuestra realidad social el aspecto importante a destacar es que, esa nueva tecnología provoca un real deterioro de la comunicación.



¿Nunca prestaron atención en el susto que se pega una persona en el colectivo cuando está escuchando música y le hablan? Siempre me llamó la atención este sobresalto. Es más, me ha pasado a mí también. Es que uno está tan concentrado en la letra de la canción que más nos gusta que olvidamos que hay gente a nuestro alrededor. Entonces, cuando alguien nos habla o nos roza un brazo o la mano nos sacan de esa “fantasía” y nos dicen: che! ¿Me vas a contestar?...recordándonos que, lamentablemente, no estamos solos.



Sin embargo, llegué a la conclusión de que realmente uno quiere salir de esa realidad que nos aterra. Con la música tapamos las palabras de los demás, los pedidos de ayuda, las súplicas de un nene que nos pide una moneda, el saludo de una anciana que necesita el asiento del colectivo donde estamos sentados, la venta del vendedor ambulante. Pero esto es sólo una mentira. Es una forma de engañarnos a nosotros mismos. ¿De qué sirve taparse los oídos si podemos ver las cosas? Además, ¿mejoramos algo con esta actitud?



Así puedo finalizar diciendo que la gran diferencia entre el autismo como enfermedad y como comportamiento social se basa en que la sociedad elige no escuchar y no comunicarse, pero seguramente esos chicos desearían poder hacerlo.






Julieta Cadavid

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